jueves, 27 de octubre de 2011

El oficio del historiador

El objeto de estudio de la Historia y las fuentes como materia prima del historiador

La Historia entendida como disciplina científica surge durante el siglo XIX en el mundo occidental. La palabra Historia significa indagación, averiguación o investigación de los hechos pasados del hombre. Es hasta después de un largo proceso que culmina el siglo XIX cuando en Europa se profesionaliza la historia y surge el gremio de los historiadores. Desde el principio se le atribuyó al término historia un doble significado interdependiente: 1) las acciones humanas del pasado (historia acontecer o historia viva) y 2) el estudio y relato de esas acciones humanas (historia interpretación o Historiografía).

El historiador como científico, cuando investiga los hechos del pasado, cuenta con una materia prima: las fuentes.

Entendemos por fuente todo documento, testimonio o simple objeto, que sin haber sufrido ninguna reelaboración sirve para trasmitir un conocimiento total o parcial de los hechos pasados. Esta definición es muy amplia, ya que el historiador puede y debe echar mano de cuanto represente un mensaje de otras épocas. Sin embargo, para no perderse en esa masa de fuentes, éstas se someten a una clasificación. Es difícil sistematizar las fuentes por su diversidad; además, el historiador necesita una clasificación práctica y operativa.

Las fuentes tienen que ver también con la etapa histórica en la que se gestaron; por ejemplo, mientras la prensa es una fuente importante para los siglos XIX, XX y XXI, y la fotografía y la filmografía para los últimos cien o ciento veinte años, en cambio las obras plásticas, los restos monumentales, las piedras y los pergaminos escritos, son fuentes dominantes para otras épocas más remotas.

Cuando el hombre deja constancia escrita de sus actos, no importa que se trate de tablillas, papiros o pergaminos, se puede afirmar que la historia es posible. Actualmente llamamos documento a algo más restringido: la comunicación escrita con el fin de dejar constancia de un hecho. El documento sigue siendo la fuente privilegiada para los historiadores; puede ser político, como el Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados; jurídico, como una ley o Constitución, o económico como el presupuesto del Estado; en estos tres casos de trata de un documento público. Pero los documentos pueden también ser privados, como el acta de de un congreso de un partido o de un sindicato, el informe económico de una empresa o un testamento.

Los textos literarios, son fuentes de manera fragmentaria, por su valor testimonial, o por la descripción de un ambiente. Podemos citar La Ilíada y La Odisea, de Homero, o las novelas de la Revolución mexicana. El Poema del Cid es, al mismo tiempo, un documento literario y una fuente histórica, a pesar de sus imperfecciones.

Una clasificación de las fuentes es la elaborada por Cristofol Trepat:

Podríamos designar como fuente primaria aquel testimonio del pasado caracterizado por ser de primera mano, contemporáneo de los hechos a los que se refiere…

Una fuente secundaria sería un testimonio de segunda mano. Los relatos escritos de cualquier libro de texto sobre aspectos históricos son, por naturaleza, una fuente secundaria.

Materiales y/o arqueológicas

Utensilios (de la vida diaria), mobiliario, vestidos, ornamentos (personales o colectivos), armas, símbolos guerreros, instrumentos laborales, construcciones (templos, tumbas, castillos), esculturas, monedas, restos de personas o animales, ruinas, exvotos, etc.

Escritas

Autobiografías, biografías, crónicas, censos, documentos jurídicos, testamentos, discursos escritos, cartas, diarios privados, libros de cuentas, libros de historia, novelas, poemas, leyendas y mitos, prensa, estadísticas, mapas, gráficas, inventarios, registros parroquiales, etc.

Visuales

Pinturas, caricaturas, fotografías, grabados, filmes, videos, programas de televisión.

Orales

Entrevistas a personas, grabaciones en grabadora u otro soporte, leyendas contadas o recopiladas de viva voz, programas de radio, casetes, otras.

Las etapas del trabajo del historiador y las habilidades básicas del oficio de historiar

Primera etapa. El historiador, se plantea un tema, un problema, y una posible explicación del mismo, y de ahí se derivará el tipo de fuentes que busque para su investigación.

Segunda etapa. Búsqueda de documentos, problemas más frecuentes. Esta fase consiste en reunir los documentos más adecuados para estudiar un determinado tema. Los documentos son muy diversos y su uso adecuado no es sencillo. Al historiador se le presenta diversos problemas: si estudia la historia antigua los documentos son escasos; si estudia la historia contemporánea los documentos son abundantes. La búsqueda de documentos inéditos es una tarea ardua: los documentos no siempre se encuentra en buen estado; además, el uso los deteriora; y circunstancias accidentales como incendios, inundaciones o negligencia en su manejo los aniquila.

Tercera etapa. La práctica del método crítico y la verificación del testimonio. El método crítico tiene como fin descubrir la veracidad y autenticidad de una fuente histórica, primordialmente las documentales.

Se les debe de preguntar a las fuentes, ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Para qué?

Cuarta etapa. La síntesis y exposición de los hechos. La síntesis de los hechos históricos conlleva por lo menos tres operaciones: la agrupación de los hechos; la interpretación de los hechos y la explicación de los hechos.

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