lunes, 31 de octubre de 2011

Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica

Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica

El poblamiento de América se remonta a varias decenas de miles de años. De acuerdo a la teoría más extendida, que postula el paso de los primeros pobladores de América por el estrecho de Bering, tal proceso migratorio se realizó en forma lenta pero constante a lo largo de todo el continente. Se dieron asentamientos poblacionales en distintos medios geográficos y con niveles de desarrollo desiguales. El espacio que hoy ocupa nuestro país ha pasado por diferentes momentos de transformación geohistórica, en el que cada región ha contribuido en mayor o menor medida a la conformación del México actual. Los estudiosos del México Antiguo han dividido el espacio en tres grandes regiones, o áreas culturales:

Aridoamérica, comprendía el espacio poblado por pueblos nómadas, dedicados a la caza, la recolección y la pesca; Oasisamérica, era el área donde se practicaba una ¨agricultura de temporal¨ durante la época de lluvias y que se combinaba con la cacería y la recolección de plantas y frutos silvestres. Por su parte, Mesoamérica zona habitada por pueblos sedentarios y agrícolas, muchos de los cuales estaban agrupados en señoríos o cacicazgos, poseía una compleja estructura social, una amplia red de caminos que permitían la comunicación y el intercambio y la existencia de un acervo cultural común.

Aridoamérica y Oasisamérica ocuparon el amplio territorio del Norte de México y en EUA los estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México. Mesoamérica se circunscribió en el centro y sur de México y en los territorios de Guatemala, Honduras, parte de Nicaragua y Costa Rica.

Aridoamérica

El amplio territorio del Norte de México constituye un mosaico de paisajes conformado por distintos relieves (sierras, planicies, costas), climas, zonas templadas, áridas, semiáridas y desérticas, pocos ríos y recursos hídricos. Este medio geográfico permite entender y valorar los esfuerzos de los pueblos que habitaron esa región en su búsqueda constante de agua, alimentos y lugares en donde protegerse de las inclemencias del tiempo y de grupos agresores.

Los pobladores de ésta área cultural habitaron los estados mexicanos de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y norte de Tamaulipas; porciones de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, norte de Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Baja California.

En esta vasta región se han encontrado en territorio mexicano vestigios muy antiguos de sus pobladores que datan desde 8,000 a.C. en el estado de Coahuila, pinturas rupestres y objetos de numerosos materiales: de piedra (cuchillos, puntas de flecha); de fibra de yuca (textiles), de madera (propulsor de lanzas), de hueso y concha, (agujas y adornos ceremoniales).

Estas regiones fueron ocupadas por diferentes grupos que genéricamente se les conoce desde la época prehispánica como ¨chichimecas¨ aunque su procedencia viene de distintos grupos étnicos y sus desarrollos muestran características y diferencias locales. Estos grupos tuvieron contacto con los conquistadores y difícilmente fueron sometidos como lo demuestra la guerra permanente que mantuvieron los apaches hasta principios del siglo XX.

Aunque esta era un área de nomadismo y caza-recolección, existían variantes como recolección y cacería o; recolección, pesca y fabricación de embarcaciones. También los pueblos aridoamericanos practicaron complejos rituales como el tratamiento de los cadáveres, pinturas rupestres y petroglifos de tipo naturalista o simbólico. Ejemplo de lo anterior es la cueva de la Candelaria en el estado de Coahuila. Entre los inicios de nuestra era y el año 1000 d.C. Aridoamérica fue colonizada por grupos mesoamericanos que se asentaron en dicha zona semiárida como parte del intercambio cultural y comercial entre ambas regiones.

Oasisamérica

Área cultural de pueblos agrícolas sedentarios que combinaban esta actividad con la caza y la recolección.

Se ubicaban en parte de los estados de la Unión americana de Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México y abarcaban en territorio mexicano gran parte del territorio de Chihuahua, porciones de los estados de Sonora, Durango y Zacatecas.

Esta zona posee la suficiente humedad natural que generan los ríos que descienden de la Sierra Madre Occidental, lo que favorece el cultivo de la tierra; sin embargo, la sedentarización fue más tardía que en Mesoamérica. Esta área incluye tres grandes culturas: la Anasazi, la Hohokam y la Mogollón, en esta última destacó el sitio arqueológico de Casas Grandes o Paquimé actualmente en Chihuahua.

Mesoamérica

Esta gran área cultural (2,500 a.C. a 1521 d. C.) comprendía una enorme extensión territorial que albergó a pueblos heterogéneos con diferentes niveles de desarrollo. Por milenios, estos pueblos estuvieron ligados por múltiple relaciones: intercambio de bienes, de conocimientos, desplazamientos humanos, conflictos bélicos, intereses compartidos entre las élites de diferentes regiones. Podemos sintetizar en algunas prácticas comunes, por ejemplo, el conocimiento y utilización de técnicas para la producción agrícola, la fabricación de terrazas y obras hidráulicas, uso de bastón plantador y azadón de madera; cultivo de maíz, frijol, calabaza, jitomate y chile; edificación de complejos urbanos y plataformas piramidales escalonadas; conjunciones cívico ceremoniales, trazo de patios para la práctica religiosa del juego de pelota; elaboración de escultura monumental en piedra y barro cocido; expansión del comercio y trazado de largas rutas mercantiles y el juego de pelota son algunos de los rasgos específicos.

La Nueva España

Un segundo momento decisivo en la configuración del espacio nacional fue el proceso de conquista y colonización españolas durante los siglos XVI al XVIII donde también cada región le imprimió su sello particular a la distribución del espacio en cuestión.

El sitio y toma de Tenochtitlán presentó un acontecimiento de gran importancia en el proceso de conquista y colonización de México. Para expander su dominio, los conquistadores se sirvieron de las vías de comunicación y de los mecanismos de abasto de la gran ciudad indígena. Sobre la estructura organizativa y administrativa de tributos, que aplicaban los mexicas sobre numerosos señoríos, se levantó la administración fiscal del reino de la Nueva España. Fue ampliándose la conquista de pueblos que no habían sucumbido al control de Tenochtitlán, como fue el caso de los purépechas y tlaxcaltecas.

Tras la espada, llegaron los colonos, los representantes de órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y agustinos) y los funcionarios del gobierno español impusieron una nueva estructura política económica, religiosa y cultural.

En el siglo XVI, comenzó a surgir un nuevo territorio unificado políticamente, pero con marcadas diferencias regionales. Se inició también la expansión a Aridoamérica, cuya dominación concluiría hasta el siglo XVIII. A su vez, se logró someter a señoríos que resistieron tenazmente la colonización españoles; entre ellos los mixtecos y zapotecas en Oaxaca.

Durante la época colonial se realizaron varias divisiones territoriales. La más importante fue la eclesiástica por su uniformidad, dividía al territorio en provincias, que eran encomendadas a las órdenes monásticas y al clero secular. Otra fue la división judicial administrativa, basada en Audiencias. Esta parcialización fue ordenada por la corona para contrarrestar el poder político de conquistadores y encomenderos. Una tercera división de carácter administrativo y fiscal, fue la de las Provincias Internas e Intendencias, creada en el siglo XVIII a raíz de las Reformas Borbónicas, con el fin de que la Corona controlara de forma más eficaz, las riquezas y comercio de las colonias.

El siglo XVII o la penetración misionera del norte

Durante esta época, el territorio novohispano se amplió mucho más, principalmente hacia el norte, a través de expediciones de conquista, fundación de misiones evangelizadoras y presidios militares, y el establecimiento de nuevos asentamientos poblacionales. Las ciudades crecieron gracias a las migraciones europeas y al aumento demográfico de la población blanca y mestiza. Pero la población indígena, disminuyó drásticamente a mediados del siglo XVII hasta iniciar una recuperación paulatina con posterioridad; lo anterior trajo consigo un despoblamiento en el área rural, insuficiencia alimenticia, escasez de mano de obra y debilitamiento de la economía nativa. Esto permitió el fortalecimiento de la economía española expresado a través del surgimiento de los ranchos, las haciendas y los obrajes, y el aumento del comercio interno. Aunque disminuyó el comercio exterior y decayó la actividad minera, hubo un florecimiento agrícola y textil con lo cual la Nueva España fortaleció su economía interna y logró una mayor autonomía con respecto a España. Es decir, la reproducción de espacios coloniales internos, posibilitado por la expansión agrícola y ganadera de tipo extensivo, permitió el surgimiento de unidades territoriales diferenciadas.

El siglo XVIII o el fortalecimiento de la identidad americana

En el transcurso de esa centuria se produjeron cambios favorables para la economía novohispana al aumentar la producción agrícola y textil, y al experimentar la minería un segundo aire de esplendor. El comercio interno y externo aumentó sus actividades que favorecieron una mayor acumulación de capital. Se originó también un crecimiento demográfico, un aumento de la mano de obra y una mayor movilidad del mercado. Estos cambios se originaron en el marco de las Reformas borbónicas las cuales implicaron una nueva división territorial del reino de la Nueva España, con miras a corregir los errores de épocas anteriores en las que se habían descuidado la administración y el control militar. Se dividió el territorio, primero en las Provincias Internas en las amplias extensiones del norte y más tarde, en 1786, se crearon 12 Intendencias para todo el reino. Su finalidad era uniformar la administración y fraccionar el territorio en entidades determinadas. Este sistema serviría de antecedente a las divisiones llevadas a cabo en el México independiente.

El México independiente, del siglo XIX en adelante.

Al consumarse la independencia, se retomaron varias de las demarcaciones del período colonial, los gobiernos republicanos y en su caso, los dos imperios el de Iturbide y el de Maximiliano, trataron de reorganizar el territorio nacional siguiendo diferentes criterios.

Es importante hacer notar que México, durante el siglo XIX sufrió las pérdidas de territorio más grandes de su historia. Varias de las razones que motivaron tales pérdidas, entre ellas: el incontrolable expansionismo norteamericano, los problemas internos de nuestro país y los intereses de los grupos de poder de ambos países es importante señalar que la marcada regionalización del país durante la guerra con los estadounidenses, imposibilitó una resistencia unificada contra el invasor del Norte.

En lo que sigue, haremos un repaso breve sobre los cambios en las divisiones territoriales en el siglo XIX, algunos de los cuales se dieron a través de Constituciones políticas.

Hacia el año de 1814, en plena guerra de independencia novohispana, el Congreso Nacional Americano de Chilpancingo redactó y promulgó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana mejor conocido como la Constitución de Apatzingán, la cual reconoció las realidades provinciales planteadas desde la Constitución de Cádiz de 1812 y las recondujo a una forma de gobierno de tipo unitaria.

En la Constitución federal de 1824, el territorio de la república quedó dividido en 19 estados federales, 4 territorios y un Distrito Federal en donde residían los tres poderes de la federación.

Ahora bien, debido a la inestabilidad económica, económica y social, después de vivir doce años bajo un régimen federalista, un congreso mayoritariamente conservador redactó y proclamó una nueva carta magna conocida como las Siete Leyes Constitucionales de 1836, que mantuvieron el carácter republicano, representativo y popular, pero con un sistema de centralización del poder. Dividieron la república en departamentos, con funciones restringidas y control desde el centro, pero permitieron cierto juego político a las regiones.

Posteriormente, y en plena intervención norteamericana, hubo intentos federalistas por restablecer la Constitución de 1824 mediante el Acta Constitutiva y de Reformas, así como las Bases para la Administración de la Reforma hasta la Promulgación de la Constitución. Pero, debido a la marcada regionalización del país, se imposibilitó una resistencia unificada contra el invasor del Norte, quien finalmente impuso su expansionismo territorial mediante la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo en 1848.

Después, durante el gobierno de Santa Anna, de 1853 a 1855 se negoció la venta del territorio fronterizo de La Mesilla como parte del interés de los Estados Unidos por construir un ferrocarril que comunicara con la California, recién tomada por la guerra. El agente estadounidense James Gadsen fue comisionado para realizar la operación, la Mesilla se vendió en diez millones de pesos.

El territorio de El Chamizal

Mención aparte merece la disputa fronteriza sostenida por los gobiernos de México y los Estados Unidos por la posesión de El Chamizal, territorio localizado entre Texas y Chihuahua. La región fronteriza era propiedad mexicana, pero entre 1852 y 1864 el Río Bravo del Norte cambió su curso y dejó la mayor parte de la comarca en la orilla norteamericana. Después de casi cien años el problema se resolvió en 1963 luego de largas negociaciones mediante las cuales se acordó que México recibiría la mayor parte del territorio en disputa y los Estados Unidos el resto. Aunque el pacto fue ratificado ese mismo año, la transferencia se convino hasta 1967, no sin antes llegar a un acuerdo por el cual ambos países compartirían los gastos de construcción de una orilla artificial para prevenir futuros cambios de curso del Río Bravo.

Luego de publicados cientos de planes políticos, más de cinco congresos constituyentes, tres cartas magnas –una federalista y dos centralistas- tres formas de gobierno, dos guerras extranjeras y la pérdida de la mitad del territorio, hacia la segunda mitad del siglo XIX y conforme a los principios revolucionarios del Plan de Ayutla de 1854, fue convocado un nuevo Congreso Constituyente de tendencia liberal con la finalidad de constituir a la nación bajo una república representativa y popular. El resultado fue un documento polémico llamado Constitución Política de la República Mexicana de 1857 la cual sentaba las bases de una sociedad laica, civil y, por tanto, liberal en contra de un régimen colonial, corporativo y, por ende, aristocrático, generando así, la inconformidad conservadora que frente al bando liberal protagonizó un conflicto civil que sacudió al país durante tres años conocido como la “Guerra de Reforma”.

Entre 1864 y 1867 bajo el segundo imperio mexicano la nación tuvo una nueva configuración territorial, diseñada por el geógrafo e historiador Manuel Orozco y Berra, quien la dividió en 50 departamentos, de acuerdo a criterios geológicos, hidrográficos, demográficos y etnográficos, donde el nuevo mapa administrativo rompía con los espacios de poder de gobiernos estatales y establecía una organización centralizada, jerárquica y piramidal mediante la cual el gobierno nacional debía garantizar el “orden y regularidad” de las funciones públicas.

14 comentarios:

  1. buena informacion excelente

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  2. muy buena informacion xulada de informacion papi :v

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  4. Oiga si me puede poner las culturas y las fechas de paro?

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  5. Oiga si me puede poner las culturas y las fechas de paro?

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  6. Excelente trabajo!! Me ayudo en el proyecto de Historia ;)

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  7. Buena información me ayudo en mi tarea de historia

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  8. que periodo comprenden estas culturas

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  9. Hubiera estado mucho mejor con las fuentes de consulta.
    Linda noche :)

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