lunes, 31 de octubre de 2011

Museo nacional de las intervenciones

Museo Nacional de las Intervenciones

Se localiza en la calle 20 de Agosto, sin número, esquina General Anaya, colonia San Diego Churubusco, en Coyoacán.
El horario de acceso es de martes a domingo y cuesta 37 pesos por persona. Los domingos la entrada es libre, menores de 13 años, estudiantes, maestros y personas de la tercera edad tienen el acceso libre, que presenten una credencial vigente.
Informes a los teléfonos 56•04•06•99, 56•04•36•99 y 56•88•79•26, de lunes a viernes, de 9 a 18 horas.

Cerca del Metro General Anaya, de la línea 2.

Sala de Independencia. Se explica la forma en que la Nueva España consigue su independencia política de la Corona Española y la integración del gobierno del General Guadalupe Victoria.
Sala de la intervención española, de 1829. Se rememora el imperialismo oficioso en que incurrieron los embajadores estadounidenses Joel R. Poinsett y Anthony Butler, quienes trataron de convencer al gobierno mexicano de vender el territorio de Texas. Se explican las intrigas y chantajes de esos personajes que culminaron con el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y la posterior declaratoria de guerra del Presidente James K. Polk.
Sala de intervención francesa o Guerra de los pasteles, de 1838 y 1839. Se expone la forma en que ese país europeo trató de imponer un tratado comercial desventajoso para México y la forma que utilizó la presencia de su armada en aguas de Veracruz. De igual forma, la capacidad de negociación de los mexicanos para resolver el conflicto, a través del derecho internacional.
Sala de la intervención norteamericana de 1846 a 1848. Se presentan las razones por las que se perdió el territorio de Texas, que al anexarse a los Estados Unidos propició el inicio de la guerra México-Estados Unidos. Además, la resistencia de nuestro ejército por los frentes norte, oeste y centro del país y la conclusión de la guerra con la firma de los tratados de paz, en los que México perdió más de la mitad de su territorio. Incluso, la cesión de la Mesilla, que fue la última mutilación del territorio nacional.
Sala de la intervención francesa de 1862 a 1867. Se hace hincapié en la lucha liberal y conservadora que hizo posible la presencia armada de las potencias acreedoras y después, la intervención formal de las fuerzas francesas, que invadieron la mayor parte de nuestro país. Se destaca la figura del Presidente Benito Juárez, como un símbolo de la defensa de la soberanía nacional.


Explica los motivos por los cuales México tuvo varias intervenciones en el siglo XIX

Apunta los países y los años de las intervenciones extranjeras a México en el siglo XIX

Selecciona, describe y analiza dos vestigios expuestos en el museo

Debes de visitar cada una de las salas y reportar tu visita de tres de ellas.




Por lo general, los capitalinos preferían aflojar las heces fecales en las esquinas para que un carretón tirado por mulas pasara al anochecer a recogerlas.4

Muchas costumbres del México decimonónico fueron heredadas de la Colonia, y aun cuando el virrey de la Nueva España, Carlos Francisco de Croix, en 1769, prohibió por un decreto aflojar desperdicios a las calles, siguió haciéndose hasta bien entrado el siglo XIX.5

En 1824 hubo un intento similar; pero las vicisitudes políticas y limitaciones económicas lo bloquearon.

Los escasos recursos federales, que hubieran servido para mejorar la higiene de la ciudad, se dedicaban al aparato de guerra y a mantener un pequeño grupo que vivía de hacer política desde los puestos administrativos.

De esa manera, durante las primeras décadas del siglo XIX, se dieron las condiciones necesarias para que el cólera hiciera estragos entre la población capitalina.

EL MIEDO; UNA FORMA DE LLEGAR AL COLERÁ

Las consecuencias de una catástrofe generalmente tienen grandes alcances sobre la sociedad afectada, influyen en múltiples aspectos y, en el peor de los casos, pueden destruirla. La historia de la humanidad registra terremotos, incendios, erupciones dé volcanes, guerras o enfermedades que han destruido civilizaciones y culturas.

A una enfermedad sólo le toma algunos meses o años destruir lo que a los humanos costó siglos generar.

La epidemia del cólera que azotó la ciudad de México en 1833, afectó a la población en muchos aspectos, sin embargo, donde más repercutió fue en el estado anímico de la misma. Las personas, afectadas o no, reaccionaban psicológicamente de distintas maneras, una de ellas fue el miedo.

Una vez que se presentaron los primeros casos de cólera, la capital no volvió a ser la misma; “Las calles silenciosas y desiertas en que resonaban a distancia los pasos precipitados de alguno que corría en pos de auxilio; las banderolas amarillas, negras y blancas que servían de aviso de la enfermedad, de médicos, sacerdotes y casas de caridad; las boticas apretadas de gentes; los templos con las puertas abiertas de par en par con mil luces en los altares, la gente arrodillada con los brazos en cruz derramando lágrimas. A gran distancia el chirrido lúgubre de carros que atravesaban llenos de cadáveres.., espantosa soledad y silencio”.6

El temor al cólera propició que la enfermedad tomara dimensiones apocalípticas y contribuyó en gran parte a vulnerar el sistema inmune de las personas.

Un ejemplo de esto fue el caso de doña Dolores de Caballero de los Olivos, quien “había sufrido un trauma psíquico considerable al aparecer los primeros casos de cólera. Días después enfermó de cólera y su psicosis contribuyó a un estado catatónico. En estado de muerte aparente fue llevada a la iglesia de san Diego, donde quedó depositada. Por el intenso trabajo de los sepultureros, enterrada al siguiente día. Sin embargo, en la madrugada se disipó su estado catatónico y doña Dolores, como alma en pena, con un cirio encendido en mano recorrió las larguísimas calles del Calvario y el Puente de San Francisco... hasta llegar a La Casa de los Azulejos, con el pavor de sus familiares y criados”.7

Casos como estos eran frecuentes en tiempos de cólera, pero qué otra cosa se podía esperar cuando no existía información confiable sobre él, sólo la certeza de que quien lo padecía podía morir.

El doctor Juan Nepomuceno Bolaños nos cuenta dos casos muy curiosos, uno de ellos sucedido al licenciado don Joaquín Miura Bustamante, quien tenía tal horror al cólera que aun cuando no había aparecido en la república, ya la idea de esta enfermedad lo afligía, se puso a dieta con mucha anticipación... y no hablaba de otra cosa… que de las causas que predisponen al cólera, de las señales que lo anuncian, de lo terrible de sus síntomas, etc. El cólera se presentó y entre los muchos atacados fue uno de ellos… el resultado fue funesto”.8

Era obvio el desenlace, porque don Joaquín no sabía que el miedo a la enfermedad era perjudicial en tiempo de cólera. El resultado, bajo cualquier tratamiento, hubiera sido el mismo puesto que él se había señalado con anticipación como una de las víctimas.

El otro caso tuvo un resultado opuesto. “El enfermo se hallaba en el más grande abatimiento, demudado el semblante, casi sin poder hablar y con todo el cuerpo frío y tieso. Comprendí que todo esto era causado en mucha parle por el terror de que estaba sobrecogida la persona... con tono seguro y decisivo dije a los circunstantes en voz clara, para que lo oyera el enfermo. No es cólera lo que tiene este señor, ni son éstas disposiciones de la epidemia. Aquí hay mas


CUESTIONARIO


1. ¿Por qué la inestabilidad política aumentó la propagación de la enfermedad?

2. ¿Cómo reaccionó el Estado ante la epidemia del cólera?

3. ¿Por qué la sociedad capitalina frente a la epidemia del cólera recurrió a la iglesia?

4¿Cuáles fueron las circunstancias políticas que ayudaron al esparcimiento de la enfermedad?

¿Cuál es la responsabilidad del gobierno ante las epidemias?

Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica

Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica

El poblamiento de América se remonta a varias decenas de miles de años. De acuerdo a la teoría más extendida, que postula el paso de los primeros pobladores de América por el estrecho de Bering, tal proceso migratorio se realizó en forma lenta pero constante a lo largo de todo el continente. Se dieron asentamientos poblacionales en distintos medios geográficos y con niveles de desarrollo desiguales. El espacio que hoy ocupa nuestro país ha pasado por diferentes momentos de transformación geohistórica, en el que cada región ha contribuido en mayor o menor medida a la conformación del México actual. Los estudiosos del México Antiguo han dividido el espacio en tres grandes regiones, o áreas culturales:

Aridoamérica, comprendía el espacio poblado por pueblos nómadas, dedicados a la caza, la recolección y la pesca; Oasisamérica, era el área donde se practicaba una ¨agricultura de temporal¨ durante la época de lluvias y que se combinaba con la cacería y la recolección de plantas y frutos silvestres. Por su parte, Mesoamérica zona habitada por pueblos sedentarios y agrícolas, muchos de los cuales estaban agrupados en señoríos o cacicazgos, poseía una compleja estructura social, una amplia red de caminos que permitían la comunicación y el intercambio y la existencia de un acervo cultural común.

Aridoamérica y Oasisamérica ocuparon el amplio territorio del Norte de México y en EUA los estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México. Mesoamérica se circunscribió en el centro y sur de México y en los territorios de Guatemala, Honduras, parte de Nicaragua y Costa Rica.

Aridoamérica

El amplio territorio del Norte de México constituye un mosaico de paisajes conformado por distintos relieves (sierras, planicies, costas), climas, zonas templadas, áridas, semiáridas y desérticas, pocos ríos y recursos hídricos. Este medio geográfico permite entender y valorar los esfuerzos de los pueblos que habitaron esa región en su búsqueda constante de agua, alimentos y lugares en donde protegerse de las inclemencias del tiempo y de grupos agresores.

Los pobladores de ésta área cultural habitaron los estados mexicanos de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y norte de Tamaulipas; porciones de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes, norte de Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Baja California.

En esta vasta región se han encontrado en territorio mexicano vestigios muy antiguos de sus pobladores que datan desde 8,000 a.C. en el estado de Coahuila, pinturas rupestres y objetos de numerosos materiales: de piedra (cuchillos, puntas de flecha); de fibra de yuca (textiles), de madera (propulsor de lanzas), de hueso y concha, (agujas y adornos ceremoniales).

Estas regiones fueron ocupadas por diferentes grupos que genéricamente se les conoce desde la época prehispánica como ¨chichimecas¨ aunque su procedencia viene de distintos grupos étnicos y sus desarrollos muestran características y diferencias locales. Estos grupos tuvieron contacto con los conquistadores y difícilmente fueron sometidos como lo demuestra la guerra permanente que mantuvieron los apaches hasta principios del siglo XX.

Aunque esta era un área de nomadismo y caza-recolección, existían variantes como recolección y cacería o; recolección, pesca y fabricación de embarcaciones. También los pueblos aridoamericanos practicaron complejos rituales como el tratamiento de los cadáveres, pinturas rupestres y petroglifos de tipo naturalista o simbólico. Ejemplo de lo anterior es la cueva de la Candelaria en el estado de Coahuila. Entre los inicios de nuestra era y el año 1000 d.C. Aridoamérica fue colonizada por grupos mesoamericanos que se asentaron en dicha zona semiárida como parte del intercambio cultural y comercial entre ambas regiones.

Oasisamérica

Área cultural de pueblos agrícolas sedentarios que combinaban esta actividad con la caza y la recolección.

Se ubicaban en parte de los estados de la Unión americana de Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México y abarcaban en territorio mexicano gran parte del territorio de Chihuahua, porciones de los estados de Sonora, Durango y Zacatecas.

Esta zona posee la suficiente humedad natural que generan los ríos que descienden de la Sierra Madre Occidental, lo que favorece el cultivo de la tierra; sin embargo, la sedentarización fue más tardía que en Mesoamérica. Esta área incluye tres grandes culturas: la Anasazi, la Hohokam y la Mogollón, en esta última destacó el sitio arqueológico de Casas Grandes o Paquimé actualmente en Chihuahua.

Mesoamérica

Esta gran área cultural (2,500 a.C. a 1521 d. C.) comprendía una enorme extensión territorial que albergó a pueblos heterogéneos con diferentes niveles de desarrollo. Por milenios, estos pueblos estuvieron ligados por múltiple relaciones: intercambio de bienes, de conocimientos, desplazamientos humanos, conflictos bélicos, intereses compartidos entre las élites de diferentes regiones. Podemos sintetizar en algunas prácticas comunes, por ejemplo, el conocimiento y utilización de técnicas para la producción agrícola, la fabricación de terrazas y obras hidráulicas, uso de bastón plantador y azadón de madera; cultivo de maíz, frijol, calabaza, jitomate y chile; edificación de complejos urbanos y plataformas piramidales escalonadas; conjunciones cívico ceremoniales, trazo de patios para la práctica religiosa del juego de pelota; elaboración de escultura monumental en piedra y barro cocido; expansión del comercio y trazado de largas rutas mercantiles y el juego de pelota son algunos de los rasgos específicos.

La Nueva España

Un segundo momento decisivo en la configuración del espacio nacional fue el proceso de conquista y colonización españolas durante los siglos XVI al XVIII donde también cada región le imprimió su sello particular a la distribución del espacio en cuestión.

El sitio y toma de Tenochtitlán presentó un acontecimiento de gran importancia en el proceso de conquista y colonización de México. Para expander su dominio, los conquistadores se sirvieron de las vías de comunicación y de los mecanismos de abasto de la gran ciudad indígena. Sobre la estructura organizativa y administrativa de tributos, que aplicaban los mexicas sobre numerosos señoríos, se levantó la administración fiscal del reino de la Nueva España. Fue ampliándose la conquista de pueblos que no habían sucumbido al control de Tenochtitlán, como fue el caso de los purépechas y tlaxcaltecas.

Tras la espada, llegaron los colonos, los representantes de órdenes religiosas (franciscanos, dominicos y agustinos) y los funcionarios del gobierno español impusieron una nueva estructura política económica, religiosa y cultural.

En el siglo XVI, comenzó a surgir un nuevo territorio unificado políticamente, pero con marcadas diferencias regionales. Se inició también la expansión a Aridoamérica, cuya dominación concluiría hasta el siglo XVIII. A su vez, se logró someter a señoríos que resistieron tenazmente la colonización españoles; entre ellos los mixtecos y zapotecas en Oaxaca.

Durante la época colonial se realizaron varias divisiones territoriales. La más importante fue la eclesiástica por su uniformidad, dividía al territorio en provincias, que eran encomendadas a las órdenes monásticas y al clero secular. Otra fue la división judicial administrativa, basada en Audiencias. Esta parcialización fue ordenada por la corona para contrarrestar el poder político de conquistadores y encomenderos. Una tercera división de carácter administrativo y fiscal, fue la de las Provincias Internas e Intendencias, creada en el siglo XVIII a raíz de las Reformas Borbónicas, con el fin de que la Corona controlara de forma más eficaz, las riquezas y comercio de las colonias.

El siglo XVII o la penetración misionera del norte

Durante esta época, el territorio novohispano se amplió mucho más, principalmente hacia el norte, a través de expediciones de conquista, fundación de misiones evangelizadoras y presidios militares, y el establecimiento de nuevos asentamientos poblacionales. Las ciudades crecieron gracias a las migraciones europeas y al aumento demográfico de la población blanca y mestiza. Pero la población indígena, disminuyó drásticamente a mediados del siglo XVII hasta iniciar una recuperación paulatina con posterioridad; lo anterior trajo consigo un despoblamiento en el área rural, insuficiencia alimenticia, escasez de mano de obra y debilitamiento de la economía nativa. Esto permitió el fortalecimiento de la economía española expresado a través del surgimiento de los ranchos, las haciendas y los obrajes, y el aumento del comercio interno. Aunque disminuyó el comercio exterior y decayó la actividad minera, hubo un florecimiento agrícola y textil con lo cual la Nueva España fortaleció su economía interna y logró una mayor autonomía con respecto a España. Es decir, la reproducción de espacios coloniales internos, posibilitado por la expansión agrícola y ganadera de tipo extensivo, permitió el surgimiento de unidades territoriales diferenciadas.

El siglo XVIII o el fortalecimiento de la identidad americana

En el transcurso de esa centuria se produjeron cambios favorables para la economía novohispana al aumentar la producción agrícola y textil, y al experimentar la minería un segundo aire de esplendor. El comercio interno y externo aumentó sus actividades que favorecieron una mayor acumulación de capital. Se originó también un crecimiento demográfico, un aumento de la mano de obra y una mayor movilidad del mercado. Estos cambios se originaron en el marco de las Reformas borbónicas las cuales implicaron una nueva división territorial del reino de la Nueva España, con miras a corregir los errores de épocas anteriores en las que se habían descuidado la administración y el control militar. Se dividió el territorio, primero en las Provincias Internas en las amplias extensiones del norte y más tarde, en 1786, se crearon 12 Intendencias para todo el reino. Su finalidad era uniformar la administración y fraccionar el territorio en entidades determinadas. Este sistema serviría de antecedente a las divisiones llevadas a cabo en el México independiente.

El México independiente, del siglo XIX en adelante.

Al consumarse la independencia, se retomaron varias de las demarcaciones del período colonial, los gobiernos republicanos y en su caso, los dos imperios el de Iturbide y el de Maximiliano, trataron de reorganizar el territorio nacional siguiendo diferentes criterios.

Es importante hacer notar que México, durante el siglo XIX sufrió las pérdidas de territorio más grandes de su historia. Varias de las razones que motivaron tales pérdidas, entre ellas: el incontrolable expansionismo norteamericano, los problemas internos de nuestro país y los intereses de los grupos de poder de ambos países es importante señalar que la marcada regionalización del país durante la guerra con los estadounidenses, imposibilitó una resistencia unificada contra el invasor del Norte.

En lo que sigue, haremos un repaso breve sobre los cambios en las divisiones territoriales en el siglo XIX, algunos de los cuales se dieron a través de Constituciones políticas.

Hacia el año de 1814, en plena guerra de independencia novohispana, el Congreso Nacional Americano de Chilpancingo redactó y promulgó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana mejor conocido como la Constitución de Apatzingán, la cual reconoció las realidades provinciales planteadas desde la Constitución de Cádiz de 1812 y las recondujo a una forma de gobierno de tipo unitaria.

En la Constitución federal de 1824, el territorio de la república quedó dividido en 19 estados federales, 4 territorios y un Distrito Federal en donde residían los tres poderes de la federación.

Ahora bien, debido a la inestabilidad económica, económica y social, después de vivir doce años bajo un régimen federalista, un congreso mayoritariamente conservador redactó y proclamó una nueva carta magna conocida como las Siete Leyes Constitucionales de 1836, que mantuvieron el carácter republicano, representativo y popular, pero con un sistema de centralización del poder. Dividieron la república en departamentos, con funciones restringidas y control desde el centro, pero permitieron cierto juego político a las regiones.

Posteriormente, y en plena intervención norteamericana, hubo intentos federalistas por restablecer la Constitución de 1824 mediante el Acta Constitutiva y de Reformas, así como las Bases para la Administración de la Reforma hasta la Promulgación de la Constitución. Pero, debido a la marcada regionalización del país, se imposibilitó una resistencia unificada contra el invasor del Norte, quien finalmente impuso su expansionismo territorial mediante la firma del Tratado Guadalupe-Hidalgo en 1848.

Después, durante el gobierno de Santa Anna, de 1853 a 1855 se negoció la venta del territorio fronterizo de La Mesilla como parte del interés de los Estados Unidos por construir un ferrocarril que comunicara con la California, recién tomada por la guerra. El agente estadounidense James Gadsen fue comisionado para realizar la operación, la Mesilla se vendió en diez millones de pesos.

El territorio de El Chamizal

Mención aparte merece la disputa fronteriza sostenida por los gobiernos de México y los Estados Unidos por la posesión de El Chamizal, territorio localizado entre Texas y Chihuahua. La región fronteriza era propiedad mexicana, pero entre 1852 y 1864 el Río Bravo del Norte cambió su curso y dejó la mayor parte de la comarca en la orilla norteamericana. Después de casi cien años el problema se resolvió en 1963 luego de largas negociaciones mediante las cuales se acordó que México recibiría la mayor parte del territorio en disputa y los Estados Unidos el resto. Aunque el pacto fue ratificado ese mismo año, la transferencia se convino hasta 1967, no sin antes llegar a un acuerdo por el cual ambos países compartirían los gastos de construcción de una orilla artificial para prevenir futuros cambios de curso del Río Bravo.

Luego de publicados cientos de planes políticos, más de cinco congresos constituyentes, tres cartas magnas –una federalista y dos centralistas- tres formas de gobierno, dos guerras extranjeras y la pérdida de la mitad del territorio, hacia la segunda mitad del siglo XIX y conforme a los principios revolucionarios del Plan de Ayutla de 1854, fue convocado un nuevo Congreso Constituyente de tendencia liberal con la finalidad de constituir a la nación bajo una república representativa y popular. El resultado fue un documento polémico llamado Constitución Política de la República Mexicana de 1857 la cual sentaba las bases de una sociedad laica, civil y, por tanto, liberal en contra de un régimen colonial, corporativo y, por ende, aristocrático, generando así, la inconformidad conservadora que frente al bando liberal protagonizó un conflicto civil que sacudió al país durante tres años conocido como la “Guerra de Reforma”.

Entre 1864 y 1867 bajo el segundo imperio mexicano la nación tuvo una nueva configuración territorial, diseñada por el geógrafo e historiador Manuel Orozco y Berra, quien la dividió en 50 departamentos, de acuerdo a criterios geológicos, hidrográficos, demográficos y etnográficos, donde el nuevo mapa administrativo rompía con los espacios de poder de gobiernos estatales y establecía una organización centralizada, jerárquica y piramidal mediante la cual el gobierno nacional debía garantizar el “orden y regularidad” de las funciones públicas.


El agua en la ciudad de México


Consumada la conquista, la tarea de reconstrucción implicó nuevamente una ciudad mitad en aguas, mitad en tierra.


Este mapa aparecido en la primera edición de las Cartas de Relación de Hernán Cortés, muestra una ciudad lacustre, con canales en medio de sus calles y calzadas, pero rodeada de agua, una isla en medio del valle.

El mapa atribuido al conquistador Hernán Cortés apareció en la segunda Carta de Relación, en la cual muestra la cuenca de México, la ciudad, sus calzadas, heredadas del mundo prehispánico y en la parte inferior, la albarrada ya reconstruida para manejar las aguas, siguiendo la idea prehispánica. El acueducto de agua potable de Chapultepec se encuentra en la parte superior de la imagen y lo puedes apreciar saliendo de un bosque y continuando en medio de las canoas.

En 1552, el Ayuntamiento de la ciudad solicita al virrey Luís de Velasco atienda a las inundaciones de la ciudad. A pesar de las previsiones del gobernante, en 1555 una lluvia de gran volumen y que los cronistas mencionan de casi veinticuatro horas de duración, inunda totalmente la ciudad al grado de que las tumbas del convento de San Agustín dejaron escapar los ataúdes que navegaron por la ciudad. La magnitud del desastre hizo pensar en el cambio de la ciudad a otro asentamiento.

El Ayuntamiento solicita en ese año que se repare el albarradón de Nezahualcoyotl con el fin de impedir nuevos daños. La razón de su deterioro fue que se extrajo material para construir partes de la ciudad. El albarradón ya restaurado se llamó de San Lázaro y además se hicieron otros diques para evitar que la ciudad sufriera nuevos daños.

Será en 1580, cuando abundantes lluvias vuelven a ocasionar que la laguna de México salga nuevamente. Se buscó entonces una alternativa a los diques, que si bien funcionaron no resolvían de fondo el problema y el Ayuntamiento da por primera vez una nueva solución: es necesario desecar la laguna.

Contener no, sacar las aguas

El siglo XVII inicia el tema del control del agua con la inundación de 1604, ocasionada nuevamente por un periodo de lluvias fuertes así como por la destrucción del albarradón de San Lázaro, que sufrió la misma suerte que el de Nezahualcoyotl. La reparación de los daños corrió a cargo de los franciscanos y Fray Juan de Torquemada, historiador que escribió la Monarquía Indiana, relata sus experiencias en esta restauración y las compara con un trabajo de romanos.

Asimismo, en ese momento se repararon las calzadas de Guadalupe y la de San Cristóbal, la cual servía de dique para las aguas de la laguna de este nombre. Fray Juan de Torquemada menciona que utilizó de mil a dos mil indios diariamente; las piedras se traían en canoas y las paredes eran de barro y piedra. Dicha obra duró cinco meses.

El virrey, consciente de que estas obras no remediarían el problema, solicitó que se hiciera una vista con representantes de la Audiencia y el Cabildo Eclesiástico a las obras. Asistieron, además, maestros de la universidad de arquitectura y cosmografía, la cual incluía estudios de geografía y astronomía, con el fin de determinar el mejor punto para hacer el desagüe. La alternativa era desaguar la laguna de México por San Cristóbal Ecatepec, hacia Zumpango, siguiendo el río de Cuautitlán hasta Tequisquiac, donde se vaciarían las aguas. Aunque ésta era la opinión de los expertos, el virrey ordenó: «por ahora no se trate de hacer el dicho desagüe, sino que se continúen las diligencias y remedios propuestos». Así vemos uno de los problemas, entre las soluciones de los expertos y científicos, para solucionar un caso: la decisión política y el monto del capital para hacerlo.

En 1607, el virrey Luís de Velasco ante las inundaciones ocurridas convoca a que presente un proyecto para el desagüe. Entre los proyectos presentados destacó el de Enrico Martínez, quien consideraba que la mejor forma de evitar las inundaciones era a través de un canal que partiendo de la laguna de México, lograra hacer que el río Cuautitlán se desviara rumbo al río Tula para así poder desaguar el exceso de la laguna de México. El virrey envió a otro grupo a estudiar un canal similar al oriente, en Chalco, sin embargo el proyecto que prevaleció fue el de Enrico.

Enrico trabajó en el proyecto del desagüe y propuso un gran tajo, es decir, un cauce artificial que iría desde Nochistongo hasta encontrarse con el río de Tula, por donde desaguarían el río Cuautitlán y las crecientes de los lagos de México y Texcoco, que con frecuencia inundaban la ciudad.

En 1622, el marqués de Gálvez, revisa las obras. Encontró que no se tenía una idea clara de las medidas de socavones y lagunas, así que decidió suspender la obra. Esta decisión puso en peligro a la ciudad, pues ya se había iniciado parte del canal que desviaría las aguas del río Cuautitlán. Para 1628, Enrico Martínez escribe al rey un reporte de la obra, en la cual menciona que en catorce años y con un costo de un millón ciento cincuenta mil pesos se terminaría el desagüe. Sin embargo, la gran inundación ocurrió un año después en 1629. Una lluvia de más de 36 horas hizo que el nivel de la laguna aumentara y el agua inundó la ciudad; subió a un nivel de más de un metro cincuenta centímetros. Los trabajos se reanudaron en 1630. La ciudad de México padeció numerosas inundaciones y asociado a ella, epidemias.

Para el siglo XVIII, el proyecto presentado por Martínez no era descabellado. Cerca de Huehuetoca (al norte de la ciudad de México, cerca de Zumpango) era posible con esfuerzo hacer un túnel de casi siete kilómetros para llegar al río Tula. Sin embargo, el costo de una mala decisión política, (no terminar el tajo y tampoco cerrarlo para que no regresaran las aguas desde la laguna de Zumpango), costaron a la ciudad aproximadamente 30 000 muertes, la mayor parte por enfermedad y hambre a causa del desabasto alimenticio. Las obras permanecieron paradas y, sin embargo, se amplió el tajo de Nochistongo con el fin de no repetir una inundación como la ocurrida.

Las inundaciones y las obras remediales continuaron durante el siglo XVIII. La independencia y la inestabilidad política poco abonaron a un megaproyecto para el desagüe, aunque sí se trabajó en el abasto de agua. Dentro de las soluciones propuesta se encontró el proyecto del ingeniero Francisco de Garay, el cual en 1857 buscó canalizar las aguas para cultivos por un lado y por otro, desecar la laguna de México mediante un canal de cincuenta kilómetros que saliera desde San Lázaro para atravesar los lagos de Texcoco, San Cristóbal y Zumpango y mediante un túnel de 9 kilómetros llegar hasta el río Tequisquiac y, al mismo tiempo, crear un sistema de canales en Chalco y Xochimilco con el fin de eliminar las aguas excesivas cuando se requiriera y siempre estuviera esa zona irrigada para la ciudad.

Los sucesos políticos no permitieron este desarrollo. Será hasta 1878 cuando el primer gobierno de Porfirio Díaz inicie los trabajos de un sistema nuevo de desagüe: el Gran Canal del Desagüe y el Túnel de Tequisquiac.

El contexto tecnológico y político ahora era distinto. Si durante el periodo colonial el principal problema fue la falta de financiamiento, y en los primeros años del México independiente fue el problema de inestabilidad política, la decisión del porfiriato implicó un trabajo en el cual se conjuntaron tanto la técnica como la decisión política.

Entre 1886 y 1900, se construyó un canal con 47 kilómetros de largo y un túnel de más de 10 kilómetros. Esto se complementaba con un sistema completo de alcantarillado para la ciudad de México, con lo cual se buscaba una ciudad a prueba de inundaciones, y a su vez, completamente limpia de residuos. Esta solución implicó que las aguas de lluvia y las aguas residuales escaparan por un mismo conducto. La inauguración oficial de la obra fue el 17 de marzo de 1900 en Tequisquiac.

Siglo XX

A pesar de las obras de fines del porfiriato, la ciudad continuó con inundaciones. El crecimiento urbano posterior a los años cuarenta implicó también la necesidad de mayor dotación de agua: Esto repercutió en una extracción mayor de agua del subsuelo de la ciudad de México con fines de abastecimiento. Ahora bien, este fenómeno causó el hundimiento acelerado de partes especialmente del centro de la ciudad. Con esto se ocasionó un problema nuevo para el manejo de las aguas residuales, pues el Gran Canal porfirista se “elevó” sobre el nivel de las calles. Este fenómeno, constante en tiempo, se complicó cuando a partir de los años treinta se pobló esa parte de la ciudad con nuevas colonias. Año con año, el riesgo de que el canal desbordara sus aguas negras aumentó hasta que se establecieron una serie de casas de bomba, las cuales subieron a principios de los años setenta, las aguas residuales hasta ocho metros sobre el nivel de la calle para evitar esta condición.

En esa misma década se adoptó una nueva solución: el drenaje profundo. Con esto, se intentó evitar las inundaciones. El proyecto implicó crear socavones en la ciudad a más de cuarenta metros de profundidad. Si bien, el drenaje profundo solucionó el problema de aguas residuales, no resolvió el problema de la recarga de los mantos acuíferos y, por lo tanto, del hundimiento de la ciudad. Tampoco resolvió el abasto de agua potable, el cual se agudiza año con año.

El desarrollo del proyecto implicó para las comunidades lacustres y rurales que afectó un cambio completo de vida y así en el municipio de Nextlalpan, al sur de Zumpango. Las obras significaron la pérdida de su estilo de vida, pues con la apertura definitiva del Gran Canal del Desagüe, que corre por nueve kilómetros del municipio, se provocó la miseria de la población, pues el agua que tenían para cultivo y pesca, totalmente aprovechada, también se fue de ese lugar.

Actividad

ü Debes de entregar tu trabajo en dos cuartillas en computadora (no debes de hacer carátula, solo anota tu nombre en la parte superior derecha), puedes integrar imágenes.

ü Puedes consultar otras fuentes, pero debes de anotar de donde tomaste la información en notas a pie de página.

Contesta lo siguiente:

1. ¿Cuáles fueron los problemas que encontraron los conquistadores con el agua en la Ciudad de Tenochtitlan?

2. En el tiempo de la Colonia cómo resolvieron el problema de abasto y desagüe de agua.

3. Los problemas del agua en la ciudad de México es un problema histórico, fundamenta tu respuesta.

4. Realiza una reflexión sobre el problema del agua en México actual.

sábado, 29 de octubre de 2011

PORTAL II

Para la elaboración de la tarea de la clase del jueves (te la envío para que tengas tiempo de hacerla).


Debes ingresar al portal académico del CCH, del lado izquierdo aparece @prende, seleccionar Histórico-social, después historia de México I, unidad 3, (todo).


Imprime solo una de las últimas pantallas que demuestre que realizaste la tarea.


Saludos, Nanci MV.


Códices Ligas

Hola en respuesta a dudas les envío ligas de videos

jueves, 27 de octubre de 2011

Cambio en el Teatro

Me informan que la obra de teatro se realizará en el mismo lugar, solo que se cambió para el sábado a las 14 hrs.

Tarea Obra de teatro

“Lo Cortés no quita lo Malinche"

Domingo 11 de septiembre, 11:45 en taquilla para comenzar a las 12, costo 100 pesos, CENTRO CULTURAL SAN ÁNGEL (Avenida revolución sin número esquina con Francisco I. Madero, frente al museo del Carmen).

Con la obra de teatro contesta lo siguiente:

1. ¿Qué información te proporcionó la obra?

2. ¿Qué significa Lo Cortés no quita lo Malinche?

3. ¿Cuál es tu opinión de la conquista del Nuevo Mundo?

4. Anota tu opinión de la obra de teatro

Portal Académico

Para la elaboración de la tarea de la próxima clase

Debes ingresar al portal académico del CCH, del lado izquierdo aparece @prende, seleccionar Histórico-social, después historia de México I, unidad 2 (todo lo correspondiente a los mapas).


Imprime solo una pantalla que demuestre que realizaste la tarea.